El origen de los Orcos
Fuerza templada en la tormenta, valor forjado en el fuego
Quiénes son
En Nheroth, los orcos habitan los confines ásperos del mundo: cordilleras que arrojan ceniza, ruinas desgastadas por siglos y sendas donde la lluvia corta y el viento hiere. Son fuerza en marcha, voluntad que no se quiebra. Su piel, endurecida como cuero curtido; sus colmillos, afilados como cuchillas de piedra; y su mirada, entornada ante el resplandor del Yermo, anuncian un linaje nacido para resistir y prevalecer.
Carácter y modo de vida
- Lealtad de clan: la palabra dada en combate es la ley; fuera de él, sálvese quien pueda.
- Resistencia: duermen poco, comen lo justo, aguantan lo que tumbaría a otros.
- Ritual y hierro: el fuego marca sus ritos; la forja, sus cantos.
- Pragmatismo duro: respetan la fuerza, pero escuchan al que trae un buen presagio o un saber útil.
Viajan en bandas, levantan campamentos en un suspiro, siguen a jefes curtidos en batalla y a chamanes que saben leer el pulso del mundo. Donde la tierra calla, los orcos abren el sendero.
El Origen según los Orcos
Los orcos son duros como la piedra. Viven en los límites del mundo, donde el aire duele al respirar y el agua deja marcas en la piel. Son supervivientes, nómadas, herreros, guerreros, cazadores… o todo a la vez. Su vida no gira en torno al lujo ni a la comodidad, sino a la resistencia: seguir adelante, pase lo que pase.
Quien no los conoce los llama monstruos. Pero entre ellos hay honor, hay lealtad y una forma sencilla de justicia: la palabra dada en combate vale más que cualquier sello o promesa. Los clanes se rigen por fuerza y respeto, aunque la astucia es tan apreciada como el valor. Nadie llega a viejo entre los orcos.
En sus aldeas —cuando las hay— el sonido del martillo no se apaga nunca. Forjan metal, piedra o hueso con la misma devoción con la que otros rezan. Dicen que el fuego es su memoria y que en cada chispa arde un fragmento de su origen. Los chamanes aseguran que la primera llama no vino del sol, sino de las entrañas del mundo, donde el Padre del Fuego Verde despertó a los suyos para enseñarles a sobrevivir en la tierra quemada.
Según sus historias, ese Padre fue el primero en moldear carne y hierro en una sola criatura, una mezcla perfecta de fuerza y voluntad. Les dio su fuego para que nada los doblegara, y luego desapareció entre cráteres humeantes, prometiendo regresar cuando el mundo necesitara volver a arder.
Hoy, los orcos guardan esa promesa en su sangre. Algunos la honran con disciplina, otros con furia, pero todos saben que el fuego verde no es solo una creencia: es una forma de vivir. Cuando los demás buscan refugio, los orcos caminan al frente, y donde otros temen la oscuridad, ellos encienden su propia llama.
No son los villanos que cuentan las tabernas ni los salvajes que temen las caravanas. Son hijos de una tierra herida, y su fuego —aunque violento— también da luz.
Información para Directores de Juego
Detrás de las leyendas y del “Padre del Fuego Verde” solo hay ciencia olvidada. Los orcos no nacieron de una llama sagrada, sino de un experimento. Hace siglos, los Antiguos —aquellos seres que muchos pueblos confunden con dioses— intentaron crear una forma de vida capaz de resistir en entornos difíciles: calor, veneno, radiación, oscuridad.
Usaron como base algo humanoide y mezclaron su ADN con el de criaturas locales muy resistentes (subproyecto OR-K0X), tal vez carroñeros o anfibios adaptados a gases corrosivos. El resultado fue una especie de cuerpo poderoso, rápido y casi indestructible, pero con un temperamento inestable. En su código genético, los Antiguos grabaron agresividad, instinto de supervivencia y la necesidad de obedecer órdenes… solo que las órdenes dejaron de llegar cuando los laboratorios quedaron vacíos.
Los primeros orcos quedaron abandonados, sin guía ni propósito. Durante generaciones vagaron entre ruinas y desiertos radiactivos, mutando, adaptándose y sobreviviendo a fuerza de pura tenacidad. Sin nadie que les explicara quiénes eran, construyeron su propia historia: el mito del Padre del Fuego Verde.
Ese mito les dio identidad, orgullo y algo que ningún experimento puede fabricar: espíritu. Desde entonces, su cultura gira en torno al fuego como símbolo de fuerza y renacimiento, sin saber que, en el fondo, su fuego es la energía de un laboratorio, reescrita como leyenda.
Para el Director de Juego, esto abre muchas puertas. Quizá un chamán orco descubra fragmentos de datos antiguos en una ruina. Tal vez una reliquia reconozca el patrón genético orco y active algo dormido. O puede que un jugador orco sienta en sueños el eco de aquel origen olvidado y empiece a hacerse preguntas que nadie está preparado para responder.
En Nheroth, la verdad no borra el mito. Lo alimenta.
Crónicas de Nheroth — Deca Quest
Si usas este artículo en tu partida, comparte el canto con tu mesa y deja que el fuego verde hable por ti.

Jugador de Rol y sobre todo Máster de increíbles partidas con el sistema Rolemaster.
Juntos hemos explorado hasta el último rincón de la Tierra Media y hemos creado muros de cadáveres de orcos.
Gracias a todos por esos buenos momentos.